Ayer Viernes, después del parón navideño, hemos continuado descubriendo emociones.
La imagen que representaba la emoción de esta semana era bastante clara. Un barquito de papel tiene un gran peso que lo hunde y, además, unas grandísimas olas lo acechan, así que no tiene muchas posibilidades de salir a flote.
Esta emoción la han adivinado muy rápido, quizá haciendo algo de trampa, y es que los Reyes Magos dejaron El Emocionario como regalo en alguna casa de los niños de Primero.
He hecho un pacto con estos niños, ellos dirán la emoción siempre que no haya nadie que lo sepa, así tendrán todos la oportunidad de intentar descubrirla.
El Emocionario nos indica que la culpa nos invade cuando creemos que hemos hecho algo malo. Es el termómetro de nuestros actos: nos indica qué consideramos bueno y qué no. Además, nos permite evaluar nuestro comportamiento.
¿Se oye la culpa?
Cuando haces algo que sabes que no está bien, una voz interior te habla. Escúchala. Eres tú mismo, que te preguntas si te has comportado correctamente. Tú sabes qué cosas crees que son apropiadas, aunque a veces no quieras oírlo.
La culpa señala que somos responsables de nuestros actos y nos ayuda a juzgarlos.
Hemos hecho hincapié en esa vocecita que nos habla. Todos han dicho que alguna que otra vez la han oído. Lucas ha puesto un buen ejemplo: "Es como Pepito Grillo". ¡¡¡Muy bien Lucas!!!
Aunque esta emoción sea negativa, eso ya saben de sobra identificarlo mis alumnos, escuchar esa voz interior, ese Pepito Grillo que todos tenemos dentro, es algo necesario y muy útil, pero ahogarse en la culpa no. Por ello, debemos enseñar a nuestros niños a tomar las riendas de sus propias vidas, a que sean responsables de sus pensamientos, emociones y sentimientos. Es necesario enseñarles lo importante que es pensar antes de hacer las cosas, para controlar nuestra impulsividad y actuar en consecuencia.
¿Y han sentido o sienten mis alumnos alguna vez esta emoción?
Lidia y Mario se sienten culpables cuando pegan a sus hermanas.
Alicia se sintió muy culpable cuando no le dio bien la mano a su hermano y se cayó rodando por las escaleras.
Beltrán P. nos ha contado que él se siente culpable cuando su hermana le pide que juegue con ella, pero él prefiere ver la tele.
Paula se sintió culpable un día que su prima María le pidió una galleta y ella no se la quiso dar.
Silvia y Marta se sienten culpables cuando pegan a sus primas.
Esto mismo le ocurre a Cristina cuando discute con su prima Carla.
David G. se siente culpable cuando Juan F. y él se pelean.
Sergio se siente culpable cuando no le apetece jugar con su hermano Marcos.
Lucas cuando no quiere ir con su madre y prefiere quedarse viendo la tele.
Jonatan se siente culpable cuando se sienta encima de su gata.
Puedes adquirir el libro Emocionario aquí.
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