Al pensar bien de otra persona atribuimos a sus actos la mejor de las intenciones. No la juzgamos apoyándonos en sus imperfecciones o carencias (¡Qué ruido! Esta niña no sabe cerrar una puerta con cuidado..."). Al contrario, tenemos siempre presentes sus cualidades y buscamos una explicación para sus conductas acorde con ellas.
¿Qué efectos tiene?
Casi mágicos, la verdad. Tu entorno se vuelve acogedor, no vives rodeado de monstruos o amenazas, sino entre seres humanos imperfectos, sí, pero con mucho amor para dar. ¿Al abuelo se le olvidó traer bombones? Qué triste se pondrá cuando se de cuenta, ¡con lo que disfruta viendo cómo me relamo el chocolate!
Y mis alumnos, ¿cuándo piensan bien de los demás?
Miguel dejó de ver a su hermana como una niña seria, se dio cuenta que jugando con ella podía ser muy divertida.
Carlos notó nada más llegar a este cole que Juan Javier era muy bueno, quizá por ese pensamiento positivo ahora sea su mejor amigo.
Eli nos dijo que ella piensa bien de Leire y de lo buena que es, y es que es su mejor amiga.
Javier nos dijo que aunque discuta con Aritz y no se pongan de acuerdo muchas veces, sabe que es muy bueno.
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