Ayer domingo fue el día de Pentecostés, y hoy quería celebrarlo con mis alumnos.
El día de Pentecostés es la festividad religiosa que se celebra cincuenta días después de Pascua, festividad en la que los cristianos conmemoran la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles. Por lo tanto, en este día, rendimos homenaje, de una manera especial, a la tercera persona de la Santísima Trinidad, la persona que representa la fuerza de Dios, aquella que nos guía, nos ilumina y nos acompaña en nuestro día a día.
Hemos comenzado la dinámica leyendo el pasaje de la venida del Espíritu Santo (Hch 2, 1-11).
El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar. De repente se oyó un gran ruido que venía del cielo, como cuando sopla un viento fuerte, que resonó por toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas de fuego, que se distribuyeron y se posaron sobre ellos se llenaron todos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otros idiomas, según el Espíritu los inducía a expresarse.
En esos días había en Jerusalén judíos devotos, venidos de todas partes del mundo. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Atónitos y llenos de admiración, preguntaban: "¿No son galileos, todos estos que están hablando? ¿Cómo, pues, los oímos hablar en nuestra lengua nativa? Entre nosotros hay medos, partos y elamitas; otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Punto y en Asia, en Frigia y en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene. Algunos somos visitantes, venidos de Roma, judíos y prosélitos; también hay cretenses y árabes. Y sin embargo, cada quien los oye hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua".
Después hemos finalizado con una actividad grupal en la que debían emparejar fragmentos de la historia con los dibujos que los representan para después ordenarlos según ocurrieron.
Así de bien han trabajado.
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