Esta semana, las oraciones de la mañana las hemos dedicado a Mª Teresa González Justo, hija de Quintanar de la Orden. Este domingo celebramos una Eucaristía en su honor, ya que el 12 de octubre de 1967 murió entre sus enfermos del Hospital de la Magdalena en Castellón.
Mª Teresa nació en Quintanar de la Orden, el 11 de febrero de 1921. A los 20 años entra en el noviciado de las Hermanas de la Consolación para ser religiosa.
Entregó su vida a los enfermos de tuberculosis, los cuidó con gran caridad. Atendió a los pobre y abandonados con misericordia y compasión.
Cada mañana, hemos recordado su generosidad y valentía. Cada mañana, de su cesta verde, hemos ido sacando las historias y vivencias que le han hecho grande.
Hubo una vez epidemia de viruela en Quintanar... Los guardias vigilaban las calles, sin permitir que se acercará la gente, y menos aún los niños. Mª Teresa tenía una amiga entre los enfermos, y no podía pasarse sin ir a verla. Por la noche, cuando todo estaba en silencio, salía de casa sin hacer ruido, iba al hospital y se pasaba las horas atendiendo a su amiga.
El martes Carolina nos contó la historia de "el aceite y la gitana".
Junto al Sagrario siempre hay una vela encendida. En tiempo de Mª Teresa era una lámpara de aceite que duraba mucho. Mª Teresa era sacristía y cuidaba de esa lamparilla. La cocinera le daba una botella de aceite y Mª Teresa hacía un truco: ponía sal y muy poquito aceite en la lámpara y duraba mucho tiempo: el resto del aceite lo escondía en el púlpito de la iglesia y una gitana que siempre le pedía, lo recogía sin que nadie se enterase. Al Señor nunca le faltaba luz en la lamparilla ni a la gitana aceite para sus comidas.
Sara nos contó el miércoles la historia de "el leproso".
Había un leproso de un pueblo cercano que, envuelto en una manta, andaba a escondidas alrededor del sanatorio recogiendo lo que sobraba de las comidas. Mª Teresa se dio cuenta y cuando nadie la veía bajada corriendo por la escalera y le daba de comer. Si alguien, estando ella de guardia, llamaba a la puerta a altas horas de la noche, no se andaba con miedos ni reparos, la metía dentro y le daba de cenar, y aunque estuviera prohibido, le acomodaba en cualquier rincón de la casa.
Comenzamos la mañana del jueves con la historia que nos contó Silvia, "Basilio, el ciclista".
Basilio, era un enfermo muy aficionado al ciclismo. Cuando se enteró que la carrera ciclista iba a pasar aquel año por Villarreal, se ilusionaba pensando en que también él podía ir detrás de ella montando en su bicicleta. Pero el pobre no la tenía. Al enterarse Mª Teresa, se las ingenió para procurarle una, con lo que el buen aficionado pudo darse una de mas mayores satisfacciones de su vida. "Nadie puede imaginarse la emoción que aquel detalle tan humano y tan bonito me produjo", dijo después Basilio.
Y hoy viernes, hemos conocido, de la mano de Cristina, la historia de "la cesta verde".
La cesta verde era una cesta pequeña que usaba su familia para hacer la compra en los comercios o el mercado. Cuando pensaba que no la veía nadie, la cogía, la llenaba de cosas de la cocina o de la tienda y se las iba a llevar a quien ella sabía que las necesitaban; los gitanillos del barrio, la señora que estuvo en su casa de criada y que ahora tenía muchos hijos, su propio abuelo materno, una prima de su madre... Siempre llegaba a casa con la cesta vacía.
Para finalizar, los niños han pintado un dibujo de Mª Teresa González Justo. Así de bonito les ha quedado.
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